Barcelona reinventa su rompeolas e impulsa un nuevo eje marítimo ciudadano
El nuevo paseo y el entorno de la Marina Vela suman más de 36.000 metros cuadrados de espacio público
Cada vez que Barcelona se asoma al mar para ganar espacio de uso marinero y ciudadano, surgen dudas sobre el éxito de la misión y su tirón popular. Hubo quien dudó del Port Olímpic (¡qué lejos parecía estar!), quien dudó del Maremàgnum, luego del Front Marítim de la Barceloneta (al otro lado del Arts) y más recientemente muchos creyeron impensable que alguien que no fuera un turista se desplazase hasta el otro extremo, la Nova Bocana, cuando se abrió el Hotel W (conocido como vela). Pero todas ellas vivieron o viven momentos de gloria (en términos de afluencia o facturación), constatando el hambre que tiene la ciudad de hincar el diente al litoral. La última conquista se ubica más al sur y ha sido bautizada como Nou Passeig del Trencaones, un rompeolas 2.0 que prolonga el paseo Marítim hacia el antiguo espigón, con un cierto tinte de nostalgia. Sumado a la flamante zona marinera, está llamado a ser -con algo de paciencia- un nuevo punto de efervescencia ciudadana. Sobre todo si se desencalla el plan para ubicar en la zona una sede del Museo del Hermitage.
La colaboración público-privada ha permitido ganar la friolera de 36.000 metros cuadrados de espacios públicos que se convierten en la nueva joya de la corona del ámbito portuario. La presidenta del Port, Mercè Conesa, ha dejado claro en el estreno hoy lunes que “el puerto quiere ser constructor de ciudad, de espacios cívicos y de convivencia”. Y a los pocos minutos, varios ciclistas y corredores espontáneos dándole la razón han hecho suyo el paseo que nace en la ampliación de la plaza de la Rosa dels Vents (detrás del hotel) y queda a unos 11 metros de altura sobre el nivel del mar. Son 400 metros de longitud que prolongan el paseo Marítim de la Barceloneta y acaban en gradas con increíbles vistas a la puesta de sol.
Marina seca
El nuevo eje se sitúa sobre el dique este, que protege de las olas y sobre los muelles de la Marina Vela. Bajo la plaza ampliada (gana 6.400 metros cuadrados) se ubica una marina seca robotizada única en Europa que puede almacenar 222 embarcaciones de hasta nueve metros de eslora y cuatro toneladas, al margen de los 134 amarres en el agua del muelle.
La compañía Marina Vela, adjudicataria de la concesión por 35 años y que ha invertido 30 millones de euros, ya tenía operativos los amarres desde hace meses, pero la plaza y el paseo se acaban de culminar. En una nueva fase se urbanizará un segundo eje (la Rambla Marina) que transcurrirá en paralelo sobre el otro lado de la U que dibuja la marina y rematará un edificio mirador icónico (sumando casi 8.000 metros cuadrados más entre ambos), este último aún sin fecha ni diseño definitivo. Este paseo será el que más se acerque físicamente al viejo tramo de rompeolas original que quedó desgajado de la Barceloneta cuando se partió literalmente para encajar el puente de Europa y facilitar el acceso de los barcos al puerto local.
Al antiguo rompeolas, al otro lado, aún se puede acceder a pie, en bici o coche yendo por el puente de Europa y girando en sentido opuesto al muelle Adossat. Se lo conoce como paseo de Gabriel Roca.
Horario diurno
El ámbito de la marina (abierta a la ciudadanía en horario diurno), más la plaza y los muelles suponen más de 25.000 nuevos metros cuadrados de uso público. Su uso es esencialmente náutico, ya que se ha evitado reeditar un Port Olímpic que acabó sufriendo los excesos del ocio nocturno. No obstante, el puerto y el ayuntamiento han ido de la mano para pactar una fórmula consensuada de techo comercial y de restauración.
El reto es que esta oferta complementaria sea moderada pero de calidad y capaz de dinamizar la zona, ya que el espacio náutico no será más que contemplativo para la mayoría de los visitantes. Para integrar más esa actividad, el edículo situado en la gigantesca plaza (donde tomar algo) tendrá una parte de un suelo traslúcido que permitirá seguir los movimientos de los modernos robots de la marina seca. Cabe destacar que parte de las construcciones han sido realizadas con material triturado y reciclado del viejo espigón.
La actividad de esta pujante industria se completará con dos equipamientos más de utilización pública, como son la base náutica en Barcelona de la Creu Roja y la base de prácticas de la Facultat de Nàutica (UPC). Otros posibles equipamientos previstos en el mismo sentido aún no se han concretado.
El desarrollo de las modificaciones del plan especial de la Nova Bocana parece haber suavizado también las relaciones entre el Port de Barcelona y el ayuntamiento de Ada Colau. La teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, ha destacado que la obra supone la extensión de la ciudad y la reconexión de la zona con la Barceloneta. La ampliación del puerto se proyectó hace 20 años.
Pendiente de otros posibles proyectos para el solar donde iría el Hermitage (en zona portuaria pero sobre el que la última palabra es del ayuntamiento), Sanz ha insistido en esperar a conocer el plan de viabilidad. Aunque dice estar a favor de las "iniciativas culturales", el ayuntamiento no esconde sus recelos y recuerda que en todo caso preferiría una zona menos "saturada". Por contra, numerosas entidades de la Barceloneta y el mundo de la cultura se han expresado a favor del museo. En esta zona de la bocana aún poco visitada, para muchos sería un atractivo definitivo y no turístico, sino "ciudadano", según se comentaba entre los asistentes a la inaguración del paseo. La movilidad se vería beneficiada si se implanta el anunciado bus naútico que uniría por mar el tramo entre Colón y la zona.
Restaurantes con tirón y oferta comercial
A nivel del mar, la Marina Vela está rodeada de locales bajos, la mayoría de los cuales se destinarán a pañoles para las embarcaciones atracadas. Pero unas pocas, en el frontal y las primeras a los lados, tendrán uso comercial, en especial vinculado al mar y a otras propuestas que tengan los operadores y acepte el concesionario. La gastronomía será de momento otro reclamo popular, además de las vistas. En los locales del frontal (los que quedan justo bajo la ampliación de la plaza) habrá tres grandes espacios de restauración con vistas.
Uno de ellos es del grupo Tragaluz (de Tragaluz, Mordisco, Tomate, Negro…), que aún no ha definido cuál será su nuevo concepto gastronómico. Otro, en varios niveles, será de los mismos empresarios que impulsaron los restaurantes Ikibana y el restaurante club Carpe Diem, con un espectacular espacio diseñado por el estudio de Lázaro Rosa Violán y una carta mediterránea con gran especialidad en brasa de pescado; por último, al otro lado dos empresarios del sector asociados abrirán antes de dos meses Port Vela Cervecería, especializado en tapas de calidad de distintas regiones españolas.
En el extremo de la marina está prevista la apertura de una taberna más informal donde tomar algo, mientras que en el edificio del mirador habrá un gran restaurante en lo alto que aún no ha sido adjudicado, según indica un portavoz de Marina Vela.